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Sostenibilidad medioambiental

¿Qué tienen que ver los grandes incendios con el cambio climático?

Octubre 2021

Los veranos, al ser cada vez más largos y secos, propician que las llamas se propaguen con gran rapidez y desencadenan lo que podríamos denominar «círculo vicioso» medioambiental.

Incendios capaces de devorar miles de hectáreas de zonas verdes se han convertido en algo habitual. Las llamas afectaron a Norteamérica, el Mediterráneo, Australia e incluso Siberia.  A menudo son culpa del descuido o intencionados, pero también el cambio cambio climático desempeña un papel fundamental en la frecuencia con que se producen los incendios y en su capacidad de propagación. ¿Y por qué?

La relación entre el cambio climático y los incendios

El calentamiento es solo uno de los factores a tener en cuenta. De hecho, no todo depende del alza de las temperaturas. La cuestión es que, como explica Greenpeace en su informe "Un país que arde", el cambio climático está contribuyendo a la mezcla de calor, viento y sequía que favorece los incendios. Los veranos se prolongan, lo que reduce la humedad de la vegetación, frena las precipitaciones y favorece la combustión.

 

Condiciones como estas, si se limitan a un periodo limitado, son la norma. Sin embargo, cuando se producen con más frecuencia y duran más tiempo, actúan como un detonante. En resumen: a medida que se producen condiciones de riesgo, la temporada de incendios se prolonga junto con el verano, haciéndola más severa.

El aumento creciente del número de incendios

Las condiciones que favorecen los incendios son solo la punta del iceberg de un círculo vicioso. Las llamas, al arder durante semanas, producen una cantidad ingente de CO2. Y destruyen los bosques que, gracias a su capacidad de absorber carbono y de crear un entorno más húmedo y fresco, son un cortafuegos natural. En otras palabras: los incendios extremos destruyen una de las barreras que podrían limitarlos. Es más, como explican desde WWF: "la frecuencia, la extensión y la intensidad de los incendios han aumentado enormemente en el último siglo". El aumento ha sido del 15 % en los últimos 50 años.

Si las zonas verdes son un riesgo

La creación de nuevas zonas verdes para compensar las pérdidas es solo parte de la solución. Y hay que llevarlo a cabo. Greenpeace señala que "una de las actuaciones más efectivas que proponemos es modificar el paisaje que circunda las zonas forestales donde se insertan viviendas para dotarlo de condiciones menos propicias a la propagación virulenta de un fuego forestal, siempre teniendo en cuenta el funcionamiento de los ecosistemas y la necesidad de respetar la diversidad estructural del bosque". Añade que "resulta fundamental desarrollar modelos selvícolas (es decir, de gestión de las masas forestales) que tengan en cuenta el cambio climático y que, además de imitar al máximo el funcionamiento de la naturaleza, favorezcan la diversidad genética y reduzcan la densidad de arbolado. Solo de esta manera nos aseguraremos poder disponer de un entorno forestal sano, resistente no solo a los incendios sino a otras amenazas como plagas o enfermedades."

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