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Sostenibilidad medioambiental

China y las inversiones en energías fósiles

Enero 2022

En la primera mitad del año, el Gobierno chino aprobó la construcción de 43 centrales eléctricas de carbón en el territorio nacional. Pero también es el primer productor del mundo de energía verde.

Para superar el reto del cambio climático, el mundo necesita compromisos reales por parte del primer contaminante del mundo: China. Pero, a pesar de los compromisos de reducir progresivamente las emisiones de CO2, desde la COP26 de Glasgow Pekín no ha transmitido ninguna fecha segura en cuanto a su adiós al carbón. Más bien al contrario:

Los resultados de la COP26

Del documento final de la conferencia sobre el clima se desprende la voluntad de conseguir una aceleración, aunque no muy enérgica, en la retirada de los combustibles fósiles. En particular, por primera vez, se ha introducido una referencia explícita a la reducción del carbón, cuyas emisiones representan casi el 40% del CO2 que se emite a nivel mundial. Aunque en la sesión final India consiguió que se «aligerase» el texto, introduciendo el concepto de «reducción gradual» en lugar de la «eliminación gradual», y sin indicar una fecha concreta.

Pero, también durante la conferencia de Glasgow, más de 40 países firmaron la «Declaración de la Transición Global del Carbón a la Energía Limpia» para abandonar el carbón entre 2030 —fecha aplicable a los países más industrializados— y 2040, en el caso de los países emergentes.

Por primera vez, los signatarios se comprometieron a eliminar el carbón y a no construir más nuevas centrales tanto en sus territorios nacionales como a nivel internacional. Sin embargo, entre esas firmas faltan las de los grandes usuarios de carbón del mundo, es decir, EE. UU., China, India y Australia.

Las inversiones chinas en energías fósiles

En septiembre de 2021, el presidente chino Xi Jinping afirmó que Pekín no financiaría la construcción de nuevas centrales de carbón en otros países, pero no especificó cuál iba a ser la política de China al respecto dentro de su territorio nacional.

Según el Centre for Research on Energy and Clean Air, en la primera mitad del año el Gobierno chino aprobó la construcción de 18 altos hornos para la producción de acero y 43 centrales eléctricas de carbón en el territorio nacional.

El presidente Xi Jinping asegura que el pico de las emisiones se alcanzará antes de 2030, dándose de plazo otros 30 años (el año 2060) para conseguir la neutralidad de carbono.

Pero, según los análisis de Carbon Tracker, es justamente Pekín quien sigue liderando el grupo asiático (además de China, también están India, Indonesia, Japón y Vietnam) de los irreductibles de los combustibles fósiles que ponen en riesgo los objetivos de limitar el cambio climático establecidos en los Acuerdos de París. Según el informe, a día de hoy, China es el principal inversor mundial en el carbón. Y en los planes de Pekín está aumentar las centrales eléctricas de carbón, que actualmente producen 1.100 GW, para añadir capacidad para otros 187 GW en los próximos años. 

La paradoja china

Sin embargo, el informe de Carbon Tracker afirma que los parques eólicos y de paneles fotovoltaicos chinos podrían generar electricidad a un precio un 86% más bajo que las centrales de carbón existentes en ese país, y que para 2024 las energías renovables serán capaces de competir con toda la energía producida mediante el carbón.

Y aquí está la contradicción china. Pekín está financiando cada vez más inversiones para producir energía limpia y abastecer a las grandes metrópolis gravemente contaminadas. Y, si es el primer país del mundo en emisiones, también es el primero en producción de energía verde, con 530 GW de capacidad ya instalada y el objetivo de llegar a los 1.200 GW para 2030.

China genera más energía solar que cualquier otro país y, en 2020, construyó el triple de nuevas centrales eólicas que cualquier otro país. No obstante, habida cuenta del papel que han jugado las centrales de carbón en el vertiginoso crecimiento económico del Gran Dragón en los últimos 40 años, abandonarlo totalmente a corto plazo parece una empresa titánica. De aquí a 2050, el 90% de su producción energética debería proceder de fuentes de energía renovables y de la energía nuclear, según las estimaciones de los investigadores de la Universidad Tsinghua de Pekín. Ahora mismo, solo estamos al 15%.

El pacto entre China y EE. UU.

Pero desde Glasgow ha llegado por sorpresa otro elemento: la declaración conjunta sobre el clima firmada por China y EE. UU. Ambos competidores globales, divididos en todos los frentes, se han comprometido a crear un grupo de trabajo bilateral que se reunirá a partir de mediados de 2022 para «potenciar la acción sobre el clima» en la década actual.

Según este documento, China empezará a reducir gradualmente el consumo de carbón a partir de 2026 y reducirá las emisiones de metano, el segundo gas de efecto invernadero más contaminante, solo por detrás del dióxido de carbono.

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