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Sostenibilidad medioambiental

La salvación del atún rojo en España

Julio 2020

De estar cerca de la extinción pasó a ser una especie clave en la historia pesquera de nuestro país. Así fue como España salvó al preciado atún rojo.

La historia del atún rojo es un relato que podía haber acabado en desgracia, pero que, gracias a la presión social y a la toma de medidas drásticas, terminó (hasta la fecha) con final feliz. Y es que este pez, que llegó a estar cerca de la extinción, poco a poco vivió una recuperación que ha eliminado la posibilidad de su fin. Pero, ¿cómo fue esta historia?

A mediados de la década de los 70 los científicos comenzaron a notar que la población reproductora en España del atún rojo disminuía de manera continuada. Esto se debía a la creciente demanda de este tipo de pescado y, por lo tanto, al aumento de su pesca, así como a la pesca inconsiderada de ejemplares inmaduros. Tanto es así que en los años 90 las capturas llegaron hasta las 50.000 toneladas anuales. En esa misma década se tomó conciencia de que, de seguir así, el atún rojo podría llegar a extinguirse.

Por ello, a finales de los 90, comenzaron a llevarse a cabo una serie de medidas. Entre ellas, se limitaba el peso mínimo de las capturas a 6,4 kg, o se imponía una cuota de pesca de 30.000 toneladas al año. Unas medidas que no sirvieron para mucho, ya que las cifras de capturas siguieron siendo las mismas por la pesca furtiva y la falta de control.

Presión social y medidas urgentes

Como la extinción en España del atún rojo era cada vez más factible, la presión social que se puso en marcha desde distintos medios de comunicación, sectores sociales y ONGs condujo a tomar medidas urgentes. Estas llegaron en 2006, cuando la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICAAT) fijó un plan para la recuperación de esta especie.

¿En qué consistió? En medidas más duras y un mayor control. Así, se redujeron las cuotas de pesca hasta poco más de 10.000 toneladas, se prohibió la pesca de atunes rojos que no hubieran alcanzado la edad reproductora y tuvieran una talla mínima de 30 kilos y se fortalecieron los sistemas de control con el fin de vencer a la pesca furtiva. A parte de estas medidas, también se tomaron otras como la prohibición de la localización de bancos de atunes desde avionetas, o el establecimiento de vedas temporales.

Unas medidas que dieron muy buenos resultados para la recuperación en España del atún rojo. Según apunta en el mismo artículo Francisco Alemany, coordinador del Gran Proyecto del Atún Rojo para el Atlántico (GBYP), uno de los principales programas científicos de ICCAT, “con la prohibición de pescar juveniles se han salvado cada año más de un millón de ejemplares, y las medidas de vigilancia y control para que se respeten las cuotas de captura, con observadores oficiales de ICCAT controlando las operaciones, han hecho que la captura real se corresponda en gran medida con las cuotas previstas”.

Una recuperación que, según apunta el propio Alemany, es debida a la ayuda del clima. “Hemos tenido una serie de años muy buenos desde el punto de vista de la supervivencia de huevos y larvas, que condujo a una recuperación espectacular del stock que nadie esperaba a tan corto plazo”. Por ello, sostiene que hay que ser cautos todavía.


Un gran proyecto para salvar al atún rojo

En 2008 surgió el conocido como Gran Proyecto del Atún Rojo del Atlántico (GBYP), que sustituyó el antiguo plan especial de 2006. La principal diferencia con el plan anterior residía en su objetivo general, que no pretendía cubrir los mínimos para la sostenibilidad del atún rojo, sino que buscaba aumentar  la abundancia de reproductores.

Se trata de un proyecto financiado al 80% por la Unión Europea, que nació con la motivación de acabar con el colapso del atún rojo vivido en España en los primeros años del 2000. Cuenta con un programa científico que pretende mejorar el conocimiento de la biología y ecología de esta especie, la calidad de los datos disponibles y los modelos matemáticos que se usan para evaluar cómo están sus poblaciones.

Así, según Alemany, “el atún rojo abandera la investigación debido al impulso recibido estos últimos años y también porque es una especie emblemática que desde siempre ha captado la atención de los investigadores”. 

Un modelo tradicional y sostenible: la almadraba

El modelo de pesca de atún rojo de la almadraba se practica en las costas españolas desde hace más de 3.000 años. Se trata de una estructura perfilada por un conjunto de embarcaciones, boyas, redes y anclas, además de cientos de metros de cable, que se sitúa de manera estratégica en las aguas próximas al Estrecho de Gibraltar. El objetivo es capturar los ejemplares de atún rojo en su migración hacia el Mar Mediterráneo. 

Por un lado, se trata de una práctica sostenible, con un mínimo impacto medioambiental. Además, es selectiva, es decir, los ejemplares de menor peso y tamaño se liberan. De esta manera, se asegura que los atunes jóvenes sobrevivan hasta hacerse adultos y reproducirse.

Hay otros aspectos destacables, como los beneficios que repercuten en las comunidades locales donde existen almadrabas, o el valor cultural y etnográfico de esta modalidad de pesca.
En conclusión, el atún rojo goza de buena salud gracias a la regulación de su pesca y a los métodos tradicionales como la almadraba.