Asignación de activos: capeando el temporal
Las nubes se ciernen sobre el panorama de inversión global: Washington y Pekín se intimidan mutuamente en el ámbito comercial, la Reserva Federal de EE.UU. se ha vuelto más restrictiva y el crecimiento económico mundial se ha ralentizado, y todo ello en un momento en que las previsiones de beneficios continúan siendo obstinadamente elevadas.
Cabe esperar que se produzcan algunas turbulencias en los mercados financieros, aunque no creemos que vayan a ocasionar una auténtica tormenta. Ante esta coyuntura, la asignación de activos debe efectuarse con pulso firme, no con movimientos precipitados de entrada o salida de las principales clases de activos.
En general, nuestro análisis recomienda mantener una postura neutral en renta variable e infraponderada en renta fija, ya que se empiezan a notar los efectos de una política monetaria más restrictiva. Dada la relativa agitación en la confianza de los inversores y la posibilidad de que el mercado sufra nuevos sobresaltos, breves pero intensos, también nos inclinamos por una sobreponderación en liquidez –tanto para reducir exposición al riesgo como para estar preparados para invertir en las oportunidades que puedan surgir.
En primer lugar, creemos que una guerra comercial sin cuartel no beneficia a nadie y que, por lo tanto, lo más probable es que se alcance algún tipo de acuerdo. El tono más conciliador de las iniciativas del gobierno estadounidense en los últimos días –incluido el reciente acuerdo comercial con Corea del Sur– confirman esta opinión.
Las perspectivas económicas tampoco son tan preocupantes como podría parecer a primera vista. Aunque el ritmo del crecimiento mundial muestra signos de haber tocado techo, en un 3,6% anualizado aún se sitúa muy por encima del potencial. Nuestros indicadores de ciclo económico muestran una especial fortaleza de EE.UU., cuyo indicador adelantado ha alcanzado su máximo de los últimos seis años. Por lo tanto, consideramos que hay margen para que la mayor economía del mundo supere las previsiones del consenso en el segundo trimestre del año, a medida que los recortes fiscales del presidente Donald Trump estimulen la inversión empresarial. A nivel global, esto debería contribuir a compensar la menor actividad del sector industrial en China.
Es cierto que la expansión probablemente no alcanzará todavía los elevados niveles incluidos en las previsiones de beneficios (véase el apartado Regiones y sectores). Pero las posibles decepciones podrían ser más fáciles de asimilar tras la reciente corrección de mercado, que ha empujado los precios de la renta variable a niveles mucho más sostenibles.
La liquidez se está reduciendo cada vez más, pero de una manera estable y controlada (véase el gráfico). Según nuestros indicadores, la liquidez de EE.UU. se redujo en enero, mientras que las condiciones en Japón pasaron de expansivas a neutrales en febrero, seguidas por las de la zona euro en marzo. Esperamos que esta tendencia continúe y dé lugar a un aumento gradual –y no repentino– de los rendimientos de los bonos. También vigilamos atentamente la subida de los tipos LIBOR a corto plazo en EE.UU. en busca de indicios de una mayor rigidez en los mercados de financiación.
Según nuestro modelo de valoración, la renta variable ha pasado de cara a neutral por primera vez desde agosto del año pasado. Esto es aplicable con independencia de si se comparan sus ratios precios-beneficios, su valor contable o sus dividendos.
Nuestros indicadores técnicos muestran tendencias particularmente negativas en los bonos investment grade y high yield, a diferencia de las señales positivas de la deuda emergente en moneda local. También nos alivia el hecho de que se hayan revertido por completo los niveles extremos de posicionamiento corto en futuros del VIX, ya que disminuye esa vulnerabilidad del mercado.