Asignación de activos: equilibrando los riesgos
A la hora de invertir, hay pocas certezas. Tomemos el caso del Covid-19 como ejemplo. Justo cuando muchas partes del mundo parecían poder hacer frente a la pandemia de coronavirus, EE.UU., Corea del Sur y Pekín han vuelto a imponer confinamientos para contener la oleada de nuevos casos. Es un recordatorio constante de que los altibajos de las infecciones por el virus podrían –como advierte la Organización Mundial de la Salud– durar hasta cinco años.
Pese a todo, en 2020 hay algunas cosas de las que los inversores sí pueden estar seguros. Los beneficios empresariales sufrirán una vertiginosa caída y los bancos centrales harán todo lo posible por apoyar la economía. La cuestión es determinar cuál de estos factores tendrá una mayor influencia en los mercados financieros.
Es evidente que las perspectivas de los beneficios empresariales son motivo de preocupación. Tras padecer la recesión más profunda en más de un siglo, el consenso entre los analistas prevé una disminución de los beneficios de aproximadamente un 20% este año. Nuestros modelos reflejan un panorama aún más pesimista. A nivel global, los beneficios podrían disminuir entre un 30 y un 40% interanual.
Pero eso no significa que los mercados de renta variable y bonos corporativos vayan a caer en picado. Los bancos centrales se han comprometido a contener los daños. Según nuestros cálculos, la Reserva Federal estadounidense inyectará otros 1,3 billones de USD de estímulo monetario adicional este año, mientras que el Banco Central Europeo aportará 1,1 billones de EUR más.
En líneas generales, esto indica que la disminución del beneficio por acción se compensará con una expansión de los múltiplos precio-beneficio inspirada por los bancos centrales. No obstante, es importante destacar que en los títulos que cotizan a múltiplos más baratos, como la renta variable europea, debería prevalecer el estímulo. Por eso hemos elevado a sobreponderada nuestra exposición a títulos europeos. Mantenemos una postura neutral en la mayoría de los demás mercados de valores.
Nuestros indicadores de liquidez parpadean en verde para las clases de activos más arriesgadas. Tanto la Fed como el BCE están decididos a aplicar grandes cantidades de nuevos estímulos. Los préstamos bancarios también son muy fuertes a nivel global, ya que los niveles de capital de los bancos son sólidos y las garantías de préstamos ofrecidas por los gobiernos están ayudando a destinar los créditos a las empresas afectadas por la crisis. Las operaciones de refinanciación a largo plazo con objetivo específico (TLTRO) del BCE han demostrado ser especialmente eficaces para canalizar a la economía el crédito que tanto necesita. Sin embargo, China está rompiendo esta tendencia. Con la recuperación de su economía, las autoridades de Pekín tratarán de refrenar el estímulo. Los tipos de los préstamos interbancarios –Shibor– subieron unos 60 puntos básicos durante el mes pasado hasta superar el 2%.
Nuestros indicadores de valoración muestran que la renta variable está, en su conjunto, razonablemente valorada. Sin embargo, comparada con la renta fija, sigue barata –siempre y cuando la pandemia no lastre el crecimiento de los beneficios a largo plazo. Los mercados europeos parecen atractivos en comparación con los demás. Aunque el descuento con el que cotizan los títulos europeos respecto de sus equivalentes estadounidenses se ha reducido en las últimas semanas, hay margen para que se contraiga aún más. Los bonos de EE.UU., aunque baratos al principio de la crisis, están empezando a estar caros.
Nuestros datos técnicos muestran que los inversores se han vuelto menos bajistas en renta variable –el indicador ha pasado de sobrevendido a neutral. Eso aumenta las posibilidades de una corrección a corto plazo. Los bonos high yield también parecen vulnerables a una venta masiva, ya que los flujos hacia la clase de activos han sido excepcionalmente intensos.