Panorama general: todo se basa en el crecimiento
Aparentemente, allá donde miren los inversores existen buenas razones para que refrenen su impulso de invertir basándose en su intuición. Entre otras cosas, el panorama político sigue siendo traicionero. El Brexit, el ruido de sables de Corea del Norte y el enfoque poco convencional del presidente estadounidense, Donald Trump, en lo que a formulación de políticas se refiere, todos ellos son factores que podrían provocar la caída en picado de los mercados durante el año próximo. Otra señal de alerta es la extraordinariamente larga racha de buenos resultados de las acciones. Actualmente, tanto el índice MSCI World como el S&P 500 están poniendo a prueba los límites históricos, tras haber registrado ganancias en la totalidad de los últimos 12 meses. Los tipos de interés también son una fuente de inquietud. Como consecuencia de la subida de los costes de financiación por parte de la Reserva Federal estadounidense y del Banco de Inglaterra, así como de la reducción de las compras de bonos por parte del Banco Central Europeo, los mercados financieros ya no podrán recibir las grandes raciones de estímulo monetario de las que se alimentaban hasta ahora.
A pesar de todo, sin embargo, 2018 promete ser otro año de prosperidad para la renta variable. La razón principal es el crecimiento. Para 2018 prevemos que la expansión de la economía mundial se producirá a buen ritmo y que crecerá un 3,4% frente al 3,3% de 2017, superando los pronósticos del consenso de los economistas.
La nota positiva es que el crecimiento en 2018 debería ser más generalizado que en los últimos años, caracterizado por un aumento firme de la inversión pública y empresarial, así como por un buen nivel de gasto en consumo. Las economías emergentes deberían comportarse especialmente bien, al salir beneficiadas de la baja inflación y de la recuperación de los precios de las materias primas. Nuestro entusiasmo por las acciones no se ve mermado por la posibilidad de que se produzcan nuevas subidas de los tipos de interés en EE.UU. Incluso si la Reserva Federal adoptara medidas monetarias más restrictivas –esperamos hasta tres subidas el año próximo– los tipos de interés reales en EE.UU., Europa y Japón se mantendrían en terreno negativo durante bastante tiempo.
Pero lo que es bueno para las acciones no lo será para los bonos desarrollados. Con toda seguridad, las subidas de tipos de la Reserva Federal influirán en lo que consideramos encarecida deuda pública y privada de EE.UU.; esperamos que los rendimientos de estos valores registren un mayor incremento a lo largo de 2018.
Avanzando en la dirección opuesta se encontrará el dólar estadounidense que, según nuestros modelos, sigue sobrevalorado, especialmente en comparación con las divisas emergentes. Esperamos que el billete verde continúe su depreciación a medida que aumenten las presiones inflacionistas en EE.UU.
Al igual que en otros años, los inversores se enfrentarán a un wall of worry (muro de preocupación) en 2018. Pero, en lo que a renta variable y activos emergentes se refiere, deberían ser capaces de superarlo.