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Repercusiones del coronavirus en la economía y los mercados financieros

Febrero 2020
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El coste económico del coronavirus

El coronavirus se está propagando por toda China y ha traspasado sus fronteras. ¿Qué repercusiones tendrá la epidemia en la economía y los mercados financieros globales?

El brote del coronavirus podría asestar un duro golpe a la economía global y representar una amenaza para el consumo y el turismo. También podría socavar la confianza empresarial.

La historia nos da una idea de cómo podría evolucionar la situación.

La mayoría de los estudios económicos sobre las repercusiones de pandemias tales como la del virus del síndrome respiratorio agudo (SARS, por sus siglas en inglés) en 2003 han sido realizados por epidemiólogos que tienden a centrarse en la relación coste-beneficio de la vacunación.

Son pocos los que analizan el impacto económico en general. Sin embargo, un estudio elaborado por el Banco Mundial en 2006 ofrece algunos datos útiles.

Aunque el modelo del Banco Mundial se basa en una epidemia de tipo gripal similar a la de 1918 –que provocó la muerte de 50 millones de personas y afectó a una quinta parte de la población mundial–, sus hipótesis son relativamente conservadoras: una tasa de mortalidad del 2,5% y una caída del 20% en los resultados del turismo y los servicios (restaurantes, transporte aéreo y otros gastos de consumo no esenciales).1

 Sus hipótesis epidemiológicas están más o menos en consonancia con las estimaciones actuales para el coronavirus, también conocido como 2019-nCoV.

Según el modelo,  la producción mundial se reduciría hasta en un 3% si el 2019-nCoV se propagara tan ampliamente como la epidemia de 1918, con unas diferencias entre regiones prácticamente insignificantes. A modo de comparación, en el período posterior a la crisis de las hipotecas subprime en EE. UU., el PIB mundial se contrajo un 0,1% en 2009, con un retroceso del 3,4% en las economías avanzadas y un avance del 2,9% en los mercados en desarrollo.

Otro punto de referencia es el brote del SARS de 2003, aunque en este caso los efectos se limitaron casi exclusivamente a China y a sus países vecinos. Durante todo ese año, el tráfico aéreo entre Hong Kong y China disminuyó un 75%, mientras que las ventas minoristas chinas cayeron en torno a un 15% en la China continental.

Las encuestas a los hogares chinos realizadas inmediatamente después de la epidemia del SARS indicaron que, en el segundo trimestre de 2003, el virus provocó una disminución de la renta disponible de más del 20% (debido a la enfermedad, al absentismo y al aumento del gasto en prevención y atención sanitaria).

La economía se recuperó rápidamente en los trimestres siguientes y, finalmente, la epidemia tan solo redujo en alrededor de un punto porcentual el crecimiento de China ese año. Esa recuperación sería menos probable en el caso de una pandemia de gripe generalizada, que suele durar aproximadamente un año.

Aunque las hipótesis epidemiológicas resultaran ser excesivamente pesimistas, parece probable que el 2019-nCoV tendrá un impacto económico más grave que el del SARS. El brote se ha producido en momento muy inoportuno: el Año Nuevo Lunar. El efecto sobre el gasto de Año Nuevo en el comercio minorista ya ha sido dramático. Los viajes en transportes de pasajeros han disminuido un 29% con respecto al primer día del Año Nuevo Lunar anterior. La mayoría de los cines han cerrado y las ventas de entradas han bajado un 99%.

(Por otro lado, la mayor parte de la actividad manufacturera habría quedado paralizada durante los días festivos de todos modos, por lo que el impacto en el lado de la oferta es algo menor).

Parece probable que el 2019-nCoV tendrá un impacto económico más grave que el del SARS

Aunque parece que, esta vez, las autoridades chinas han reaccionado con más rapidez que en 2003 –15 ciudades de la provincia de Hubei están en cuarentena y se han alargado las vacaciones de Año Nuevo–, existe el riesgo de que una parte importante de la población activa china se quede atrapada en el lugar equivocado una vez que terminen las vacaciones.

Y, hoy en día, China es más importante para la economía global que en 2003. Mucho más. En aquel entonces, representaba el 4,4% del PIB mundial. Actualmente representa el 15,4%.

Además, su integración en las cadenas de suministro globales es considerable, especialmente en tecnología. Asimismo, hay que tener en cuenta a los consumidores chinos. Hoy por hoy, el gasto por consumo de China constituye una mayor proporción del crecimiento nacional y mundial. Lo que significa que, en esta ocasión, el efecto de la disminución del gasto de los hogares podría ser mucho mayor.

Afortunadamente, China dispone de herramientas para mitigar el impacto económico. Según nuestros cálculos, el banco central de China tiene margen para ofrecer abundantes estímulos monetarios gracias a haber mantenido una política más restrictiva que la media durante los dos últimos años. La reducción de los coeficientes de reserva de los bancos chinos en 200 puntos básicos, por ejemplo, equivaldría a una inyección de liquidez de 460.000 millones de USD, es decir, al 3% del PIB de China.

También queda margen para el estímulo fiscal –de hecho, en 2003 China bajó tanto el impuesto sobre actividades económicas como el impuesto de sociedades.

Esto supondría un alivio para los inversores en renta variable. Conviene recordar que el índice global MSCI World registró una venta masiva de hasta un 4% en el mes siguiente al inicio de la epidemia del SARS para, a continuación, recuperarse con fuerza, aunque los mercados de renta variable asiáticos se quedaron rezagados alrededor de seis meses.