La Ciudad de los 15 minutos, el futuro ya está aquí

Hace unos meses, los gobiernos de todo el mundo se vieron obligados a decretar confinamientos forzosos de un día para otro y las sociedades se vinieron abajo: no estábamos preparados para una pandemia, igual que nunca lo hemos estado a lo largo de la historia. La movilidad se limitó a cierta distancia de los hogares, que en ocasiones no disponían de los servicios necesarios dentro de ese radio. Muchas de las personas que debían seguir acudiendo a sus puestos de trabajo se vieron obligadas a hacerlo en medios de transportes públicos, fuertemente desaconsejados durante la propagación de enfermedades, por no disponer de otras opciones viables para recorrer ciertas distancias. Otras, simplemente se vieron obligadas a adaptarse a la nueva realidad del teletrabajo, que aumentó desde un 5% precovid al 34% durante la pandemia.

Pero también hubo consecuencias indirectas, que ya contamos en este post, y no menos relevantes, como una gran disminución de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), la peatonalización de calles que habitualmente no lo son, para evitar el hacinamiento y prevenir el contagio, y una subida sin precedentes de la utilización de vehículos de movilidad personal (VMP) más sostenibles, como bicicletas y monopatines eléctricos.
 
París: la más avanzada

Todo esto puso bajo el foco la necesidad de cambios en el urbanismo y en particular a la ciudad de París, donde ya antes de la irrupción del coronavirus el ayuntamiento había arrancado un proyecto para transformarla en una ciudad de 15 minutos o “ville du quart d’heure”. 

Aunque pueda parecer una idea futurista, se trata en realidad y en buena medida de la reutilización de las infraestructuras y el mobiliario urbanos para otros fines. Ideas tan simples como la peatonalización de calles y su adecuación para la circulación de bicicletas, o la transformación de algunas áreas para aumentar los espacios verdes, elementos imprescindibles para la lucha contra el cambio climático y una evolución hacia ciudades más sostenibles.

Carlos Moreno, profesor de La Sorbona y asesor en este proyecto de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, subraya otros aspectos fundamentales de esta reconversión. Para empezar ¿por qué 15 minutos y no 30, que también es lapso de tiempo asumible? porque 15 implica que seguimos dentro de nuestro barrio, o en un área cercana a nuestra vivienda, mientras 30 ya podría requerir la utilización de transportes públicos y, además, supondría un tiempo perdido no aprovechado netamente superior. 

Además, puesto que siempre habrá personas que trabajan fuera de su radio de 15 minutos, este nuevo modelo reduciría sustancialmente los hacinamientos en los medios de transporte públicos, lo que ayudaría en la prevención de propagación de enfermedades y, por consiguiente, mejoraría la salubridad de las urbes. 

Asimismo, al hilo de esto y tomando nota de la reciente experiencia pandémica, implantar el teletrabajo parcial de forma permanente tendría una fuerte repercusión. Por un lado, supondría un gran alivio en los transportes públicos y contribuiría a la reducción del tráfico de vehículos privados, con la consiguiente mejora de la calidad del aire. Por otro, fomentaría el consumo local en la zona de residencia.

Al respecto, Moreno subraya que para ello es necesario el dialogo con los comercios de proximidad, para que estos sean capaces de ofrecer los bienes y servicios necesarios para que los vecinos no se vean obligados a acudir con tanta frecuencia a grandes empresas de eCommerce.

Por su parte, Hélène Chartier, jefa de desarrollo del programa Carbono Cero, de la iniciativa C40 —iniciativa que conecta 96 de las mayores ciudades mundiales para tomar medidas y compartir conocimientos para la lucha contra el cambio climático— hace especial hincapié en la necesidad de edificar viviendas asequibles para cualquier ciudadano.
Con todo, añade que el modelo parisino podría ser no tan fácilmente adoptable en otras ciudades, porque la arquitectura de la capital francesa se presta a él, pero otras urbes no.

Otras ciudades se suman a la revolución urbanística

Algunas ciudades, como Copenhague u Ottawa ya se han sumado a esta revolución, que planean poner en marcha en el futuro más próximo. Otras, como Melbourne, están en proceso de adaptar esta idea a su medida, ampliando el lapso de tiempo aceptable a 20 minutos. Entre las ciudades que han manifestado voluntad de seguir esta senda se encuentran también Buenos Aires, Montevideo, Lima, Medellín, Guayaquil, Bogotá y Río de Janeiro.

A raíz del Covid, Madrid también se ha propuesto remodelarse para convertirse en una ciudad de los 15 minutos, a la vez que una Smart City. La anécdota de la peatonalización de una veintena de vías públicas, entre las cuales los paseos de la Castellana y el Prado, durante las primeras fases de desescalada, puso de manifiesto un dato curioso y muy relevante en lo relativo a la propagación de enfermedades: el 65% de las aceras de la ciudad no alcanza los 3,5 metros de ancho. Un 9,8% incluso mide menos de 1,2 metros de ancho, lo que las hace inaccesibles a sillas de ruedas. Así, la capital española ha tomado las primeras medidas para adaptarse a la nueva arquitectura urbanística impuesta por el coronavirus: la peatonalización de Puerta del Sol y tramos de algunas calles que a ella confluyen, así como la ampliación de su red de bicicletas eléctricas compartidas, BiciMAD, con la creación de BiciMAD Go, que permite utilizar los vehículos sin recurrir a estaciones y que así el servicio alcance zonas fuera de la M-30 que aún no contaban con ello.

Así pues, por primera vez en un siglo, las tendencias urbanísticas parecen cambiar: descentralización, salubridad, calidad de vida, sostenibilidad y resiliencia son los puntos clave de las ciudades de los 15 minutos, las ciudades del futuro más inmediato.