Asignación de activos: la economía se estabiliza, aunque la amenaza del virus persiste
La recuperación económica en “V”parece cada vez más probable. Cierto es que en algunas regiones el repunte ha sido algo menor. Pero en otras, especialmente en China, las condiciones económicas han recuperado en gran medida los niveles anteriores a la crisis del coronavirus –en julio, los beneficios industriales registraron una subida del 20% interanual. Mientras tanto, tras revisar su enfoque de la política monetaria, la Reserva Federal estadounidense se ha convertido oficialmente en una entidad mucho más transigente en los márgenes, pese a que no llegó a realizar la reforma radical prevista por una parte del mercado.
Los mercados se han dado cuenta. Sin embargo, tras el fuerte “rally” experimentado por todos los activos en los últimos meses –que ha llevado a los principales índices bursátiles de EE.UU. a máximos históricos–, creemos que las perspectivas de nuevas ganancias generalizadas son limitadas y que aumentarán las divergencias entre los mercados regionales.
Así pues, aunque los gobiernos aún podrían ofrecer más estímulos fiscales, sobre todo en EE.UU., las inyecciones de liquidez se están ralentizando en todo el mundo. También deben tenerse en cuenta los riesgos políticos inherentes a las elecciones de noviembre en EE.UU. Y, al mismo tiempo, la evolución del coronavirus. No solo por la posibilidad de que se produzca una segunda oleada del virus significativa, sino por la falta de información sobre el tiempo que se tardará en desarrollar una vacuna. En paralelo, la decisión de Shinzo Abe de dimitir tras haber sido el primer ministro que más tiempo ha ocupado ese cargo en Japón, introduce cierta incertidumbre en el contexto geopolítico y la posibilidad de que la tercera mayor economía del mundo cambie su enfoque normativo.
Por consiguiente, nos mantenemos neutrales en todas las clases de activos principales, aunque en el ámbito de la renta variable preferimos los sectores más cíclicos.
Nuestros indicadores del ciclo económico muestran que la recuperación económica está resultando ser lo suficientemente sólida como para justificar una mejora de nuestras previsiones económicas para 2020. Actualmente, nuestros economistas prevén que el PIB mundial de todo el año se sitúe en el -4%, frente al -4,2% anterior, aunque han rebajado la previsión para el año que viene del 6,4% al 6,1%.
En EE.UU., las ventas minoristas han registrado su repunte más fuerte y rápido hasta la fecha, tras sufrir la desaceleración más profunda y rápida de su historia, hasta alcanzar el nivel donde se encuentran ahora –por encima del máximo anterior a la recesión. La mayoría de los ciclos anteriores han tardado al menos tres años en desarrollarse. En esta ocasión, tan solo han transcurrido poco más de tres meses. Las ventas minoristas también han recuperado su tendencia en la zona euro.
No obstante, llama la atención que tan solo los indicadores en tiempo real de China hayan recobrado los niveles anteriores al coronavirus. En los demás países se han estabilizado entre un 10% y un 20% por debajo.
Además, aunque la inflación todavía podría suponer un riesgo si la demanda se mantiene constante y la oferta no se recupera, es poco probable que eso plantee problemas hasta la segunda mitad de 2021.
Las condiciones de liquidez globales siguen siendo muy favorables, con una creación de nueva liquidez que asciende al 25% del PIB, aunque existen pruebas inequívocas de que el crecimiento del estímulo monetario ha tocado techo (véase la fig. 2). Al mismo tiempo, los bancos están endureciendo las condiciones para la concesión de créditos. Actualmente, el banco central chino ha adoptado una postura neutral, mientras que el aumento del crédito en el país ha vuelto a reducirse gradualmente.
Sin embargo, un riesgo al alza para la liquidez es que los saldos de efectivo del Tesoro estadounidense mantenidos por el banco central podrían reducirse.
Nuestros indicadores de confianza reflejan un panorama mixto. La comparación entre las compras y ventas de acciones indica cierta autocomplacencia en el mercado, y nuestros indicadores muestran que los fondos alternativos se han agrupado en unas cuantas posiciones concentradas, sobre todo en los mayores valores de gran capitalización. Por otra parte, los inversores minoristas parecen cautelosos frente a las acciones y las encuestas sobre sentimiento siguen siendo desfavorables, mientras que el posicionamiento de las gestoras de fondos en dicha clase de activos se sitúa por debajo de la tendencia histórica. Sigue existiendo un “muro de liquidez”, parte de la cual está fluyendo últimamente hacia los bonos y el crédito –ambos parecen sobrecomprados.
Por último, nuestros indicadores de valoración sugieren que los precios de la renta variable parecen tensos después del “rally” del 50% del S&P 500 –según nuestros modelos, se encuentran en su nivel más alto en 12 años y cotizan dos desviaciones estándar por encima de su media móvil de 6 meses. Incluso en comparación con la renta fija, las valoraciones de la renta variable han dejado de parecer especialmente baratas. La diferencia entre la rentabilidad por beneficios global y el rendimiento de la renta fija global es de 4,5 puntos porcentuales, su nivel más bajo en una década. Pero aún no hemos entrado en una posible burbuja. Si se mantienen los bajos rendimientos actuales de la renta fija, que ha caído 100 puntos básicos este año, este impacto de las valoraciones en la renta variable estadounidense compensa exactamente la disminución del 20% de los beneficios. Nuestra puntuación de la valoración de la renta variable ha pasado de ser negativa en enero a muy positiva en marzo y, en este momento, ha vuelto a tornarse negativa.