El destructor ácaro Varroa es un diminuto ácaro marrón rojizo que se alimenta de abejas melíferas europeas y asiáticas.
Se adhiere al cuerpo de la abeja, limitando drásticamente su capacidad para volar, polinizar los cultivos y transportar alimentos a la colmena.
Hasta 2022, Australia era el único gran país donde los ácaros de Varroa no habían perturbado la producción de miel y la polinización comercial.
Pero cuando Varroa llegó en 2023, se extendieron demasiado, obligando al gobierno a abandonar sus intentos de erradicar los ácaros.1
La mayoría del sector agrícola australiano, valorado en 80.000 millones de dólares australianos, depende de cultivos no autóctonos polinizados por la abeja europea, introducida en Australia en el siglo XIX. Por ejemplo, las almendras, las manzanas y los aguacates necesitan polinización para producir fruta, mientras que la producción de cultivos como la colza, la soja y los girasoles aumenta con la ayuda de las abejas.
El ácaro Varroa puede exterminar poblaciones silvestres de abejas melíferas europeas, cuya polinización, un servicio ecosistémico clave, aporta a la economía entre 8.000 y 20.000 millones de dólares australianos al año.2 En tal caso, los agricultores tendrán que recurrir a abejas criadas en colmenas controladas para la polinización o cambiar a otros cultivos.
Esto significa que los costes pagados por los agricultores por la polinización podrían aumentar entre un 30 y un 100%. Es probable que estos cambios también afecten a empresas relacionadas con la agricultura y los paisajes agrícolas, como el transporte, la alimentación, el turismo y el sector inmobiliario.
Un dictamen jurídico publicado a finales de 2023 instaba a los directivos de empresas a abordar los riesgos asociados a la naturaleza, tomando como ejemplo el impacto del ácaro Varroa en la población de abejas melíferas australianas. Un dictamen jurídico es una opinión de abogados que la que se expresan diversas cuestiones jurídicas para ayudar a los destinatarios a abordar y evaluar los riesgos y efectos legales.
«Los directores de las empresas deben, al menos, identificar las dependencias e impactos asociados a la naturaleza de la empresa y considerar los riesgos potenciales que esto puede suponer para la empresa», señala el Memorando de Opinión Conjunto.3
«Los directores que no tengan en cuenta los riesgos asociados a la naturaleza podrían ser considerados responsables de incumplir su deber de cuidado y diligencia».
No solo Australia se enfrenta a especies invasoras, señaladas por los científicos como uno de los principales responsables directos de la pérdida de biodiversidad. Desde serpientes de árboles marrones y ratas de arroz hasta ambrosía y jacinto de agua, se estima que las especies exóticas invasoras han contribuido al 60% de las extinciones mundiales registradas. Según un estudio de la Plataforma Intergubernamental de Científico-Política sobre Biodiversidad y Ecosistemas (IPBES) de la ONU, los daños económicos asociados se han cuadruplicado cada década desde los años 70 hasta alcanzar unos 423.000 millones de dólares anuales.4
Un dictamen jurídico similar al de Australia, publicado en marzo de 2024 para Inglaterra y Gales, dice: «No consideramos que los riesgos asociados a la naturaleza sean conceptualmente distintos desde un punto de vista jurídico de otros tipos de riesgo a los que puedan enfrentarse las empresas».5
«Los riesgos asociados a la naturaleza son capaces de causar diversos tipos de daños a una empresa [...] Consideramos que el hecho de que un administrador no mitigue o aborde adecuadamente los riesgos asociados a la naturaleza a los que se enfrenta la empresa puede, en determinadas circunstancias, constituir un incumplimiento de sus deberes».
Los riesgos producidos por el deterioro de la naturaleza incluyen la erosión y las inundaciones. La propagación de especies invasivas puede provocar interrupciones en las cadenas de suministro, reducir el valor de los activos relacionados con la naturaleza o causar riesgos jurídicos o de reputación.
El dictamen, que esboza un entendimiento y un acuerdo sobre cuestiones jurídicas concretas y sus implicaciones, y suele utilizarse para orientar decisiones empresariales o políticas y, a veces, estructurar los casos judiciales, sigue una línea similar a la de un influyente dictamen sobre el clima.
El Dictamen Hutley de 2016 sostenía que los directivos de las empresas eran responsables de la divulgación y gestión del riesgo climático.
Hoy en día, la mayoría de las grandes empresas, no solo en Australia, sino en todo el mundo, divulgan información relacionada con el clima. Podríamos esperar una trayectoria similar para los riesgos asociados a la naturaleza.
Esto se debe a que los acuerdos internacionales destinados a proteger la biodiversidad, como el histórico Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal de 2022, y las correspondientes normas de información empresarial elaboradas por el Grupo de Trabajo para la Divulgación de Información Financiera Asociada a la Naturaleza, entre otros, están presionando a las empresas no sólo para que divulguen los riesgos relacionados con la naturaleza, sino también para que mejoren sus capacidades de evaluación, mitigación y adaptación a estos riesgos.
Estos esfuerzos deberían acelerarse, ya que los bancos centrales y los supervisores financieros también reconocen cada vez más la pérdida natural como fuente de riesgo sistémico para los sistemas financieros y las economías.6
Riesgos de biodiversidad para las empresas
El ácaro de Varroa y el proceso de su evolución constituyen un ejemplo de riesgo asociado a la naturaleza para las empresas muy distinto de los riesgos climáticos.
Las invasiones de especies exóticas, como el ácaro Varroa, son difíciles de revertir; pueden propagarse, evolucionar y son difíciles de eliminar una vez establecidas. El ácaro Varroa, y las enfermedades que propaga, se extendieron en la década de 1950 en respuesta a la expansión del comercio mundial y a la difusión global de las abejas melíferas europeas para la agricultura.7
Por tanto, para modificar los riesgos naturales es preciso comprender cómo la empresa, la industria y la acción humana favorecen la propagación y evolución de estos riesgos.
Una gestión cuidadosa puede reducir la propagación y aumentar la adaptación, mientras que una gestión descoordinada puede extender los riesgos y aumentar los daños de estas especies invitadas no deseadas.
La actividad empresarial puede aumentar los riesgos derivados de la naturaleza. Cabe esperar que los rápidos avances en la ciencia y la tecnología, especialmente en la recopilación y el seguimiento de datos sobre biodiversidad, expongan a las empresas a minas terrestres legales por acciones que hayan aumentado los riesgos asociados a la naturaleza para otros.
Abordar los riesgos y oportunidades derivados de la naturaleza exige que las empresas, junto con sus proveedores, inversores, reguladores y clientes, cultiven nuevas competencias medioambientales.
Actualmente, los investigadores federales australianos están utilizando ADN para rastrear el origen de las importaciones ilegales de abejas que llevaron el ácaro Varroa a Australia. A pesar de todo esto, los ácaros Varroa muestran oportunidades.
Mientras que el ácaro Varroa amenaza a la abeja melífera europea en Australia, hay unas 1.600 especies de abejas autóctonas en Australia que polinizan algunos cultivos tropicales. Puesto que la atención se centra en las abejas melíferas europeas, se desconoce en gran medida el potencial de estas especies para polinizar los cultivos. Por consiguiente, la invasión del ácaro Varroa también presenta una oportunidad para invertir en ecosistemas autóctonos y en cultivos polinizados por abejas no europeas.8
El ácaro Varroa es un oportuno llamamiento a Australia y al resto del mundo para que las empresas, junto con sus proveedores, inversores, reguladores y clientes, aborden los riesgos y oportunidades que plantea la naturaleza y cultiven nuevas competencias medioambientales.
Por ejemplo, las empresas pueden considerar la posibilidad de invertir en la evaluación del impacto ambiental y la previsión ecológica, así como de adquirir experiencia en la gestión sostenible de los recursos para mitigar proactivamente esos riesgos e identificar oportunidades.
Las escuelas de negocios y los programas de formación profesional también deberían evolucionar para integrar estudios de casos reales sobre la gestión de riesgos derivados de la naturaleza en los planes de estudios básicos.
Dotar a las empresas de conocimientos y herramientas no solo mejorará su resiliencia, sino que también contribuirá a crear una economía que sea administradora en lugar de destructora de la biosfera de la que depende toda la vida.
Perspectivas de inversión
- Por Steve Freedman, Director de Investigación y Sostenibilidad, renta variable temática, Pictet Asset Management
- Ya sea por la destrucción de hábitats, la sobreexplotación de especies, la contaminación, el cambio climático o la propagación de especies invasoras, la pérdida de biodiversidad preocupa desde hace tiempo a científicos y conservacionistas. Pero los estudios académicos publicados el año pasado muestran que también ha empezado a ser importante para la fijación de precios en los mercados financieros. En concreto, estos estudios aportan pruebas preliminares de que las empresas cotizadas con mayores huellas de biodiversidad han visto afectadas negativamente sus valoraciones en torno a la adopción del Marco Mundial para la Biodiversidad en 2021 y 2022.
- Al igual que el cambio climático se ha convertido en un factor cada vez más relevante para los inversores, la pérdida de biodiversidad parece que seguirá una trayectoria similar.
- El Grupo de Trabajo para la Divulgación de Información Financiera Asociada a la Naturaleza, un organismo de la industria que representa a entidades financieras y empresas con más de 20 billones de USD en activos, ha publicado recientemente un conjunto de 14 recomendaciones sobre divulgación de información en consonancia con el Marco Mundial para la Biodiversidad, y con toda seguridad se producirán más cambios normativos.
